2.5.05

una novela de amor (Paulo A. Baptista)

Con las exigencias que presenta la existencia posmoderna, la única quimera que nos osamos plantearnos es la de una fuga, para poder poner en orden -o quizás, al reves, desordenar, barajar- ideas viejas o nuevas y replanternos cosas y soluciones...
Me parece que sin proponérmelo me topé con el secreto, el meollo de la trama -la íntima- de la novela: escapar como necesidad primaria, huir de la saturación de lo conocido y dedicarse a (re)conocer algo nuevo, incluso a ese yo regenerado, reciclado (por así decir) sobre la base del análisis y confronto de los errores cometidos y de los futuros daños potenciales en caso de proseguir en la misma ruta de colisión.
Me fui al ca..., involuntariamente. Volviendo a la novela obra, me pareció muy actual en lo que se refiere a los vehículos utilizados -el teléfono, la web, los chats, etc.- para armar la trama. También en la arquitectura del desarrollo, con superposición, yuxtaposición e intercalado de situaciones y personajes; la información sobre estos últimos dada en dosis homeopáticas, generando una curiosidad sobre ellos que no llega siquiera a cuajar o a resolverse. Tan dinámica e intensa resulta la peripecia, que termina por orientar la curiosidad del lector hacia el desenlace en sí (en realidad, hacia cada uno de los pequeños desenlaces sucesivos y continuos que se van dando en toda la crónica). Es más: muy cinematográfico el lenguaje todo. Resultaría una buena película, si se la guionara bien y se la filmara ídem. (En ese caso le cambiaría el título, tal vez acortándolo; lo dejaría algo así como "El exilio").
Bien logrado el trasfondo sicológico que no quiere aparecer. La crisis afectiva del personaje Nicolás hace de la obra una novela de amor (de amores, o más bien de Amor con mayúscula), lo que la inscribe en el estrecho círculo de la lectura recomendable para todo público, especialmente el juvenil, tan olvidado -o marginado, que no es lo mismo, vos me comprendés...- y subestimado últimamente.
La cuota de misterio y oscuridad queda planteada con el escurridizo Oscuro, que logra volverse el epicentro de la trama por momentos. Podría decirse que la novela tiene todos los ingredientes (incluso una pizca tangencial de sexo -virtual y no tanto- subyacente o lateral) como para hacer de su lectura una aventura atrapante.
A mí, por lo menos, me mantuvo despierto varias horas más de lo que hubiera esperado o deseado, ya que, como te imaginás, leo todo el día por trabajo, y sólo después de las once y medio o doce de la noche me entrego a leer lo que la vista castigada me permite. Y confieso que algunos días tuve que dar mis clases de la mañana sin afeitarme, por haberme dormido a altas horas de la madrugada siguiendo los avatares de Nicolás.
Recomendaré la lectura de la novela a mi hijo y a mis amigos jóvenes -y no tan jóvenes (que aún tengo)-, con la confianza de quien está sirviendo un buen vino, que se ha tomado el trabajo de obtener, catar y consumir con placer -como recomiendan los médicos actualmente: una copita por día- antes de ofrecerlo a las visitas.
Felicitaciones por este espléndido néctar literario, siguiendo un poquito más con la comparación enológica. Hasta la próxima novela, con el abrazo y la admiración fervorosa del tío.
* enviado por Paulo A. Baptista (traductor público)

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